lunes, 11 de mayo de 2015

le mojó su nunca

Me incrusté eso de a qué sabes,
cómo suenas
o qué suspiras
cuando te saltas todos los semáforos en verde gemido
de mis retinas,
ese sinvivir con,
sin convivir sin
que llevas tatuado en tu ombligo,
o mi órbita,
suelo confundirlos;
como la espera de una eternidad
sin poder domesticar el infinito de un poema sin versos
que entiendan de heridas y de huecos,
de derribos y fracasos:
de todos mis destrozos por tu vida.
Como si cerrara todas las jaulas de miedos
que pretenden separarme de ti,
abro las tormentas de tus ojalás
y te recorro empapado de sol,
a modo de aprendiz necio
girando entorno a una luna que ha dejado de menguar
por un astro que no supo encontrarle las cosquillas.

Tengo monstruos sin sombra dentro de la cama
que me gritan tu nombre cada noche,
y se duermen entre tu coletero y nuestros sueños;
creo que también te echan de menos.
Entonces le doy ventaja a los espacios
e imagino que siempre fuiste ese lugar con el que quise vivir,
ese ápice de utopía en forma de persona,
con forma y conforme en tus caderas,
sin forma de parar esta jauría de palabras
que quiero acariciarte cada primavera
en la que se duerman los monstruos antes que nosotros,
y por fin
sea capaz
de encontrarte las cosquillas.

Como la libertad desnuda y disfrazada de traidora
que quiso sorprender la lluvia
y ésta le mojó su nunca.










domingo, 10 de mayo de 2015

punto y aparte.

Tengo tus miradas tatuadas en mis ojeras
de no-dormir sin despertarlas.

He bebido océanos de miedos con tres o cuatro lunas,
y en cada resaca
siempre aparecía un tú
entrelazado en mis versos,
un porqué a todo este caos,
un porqué no a esta jauría sin celdas
en la que no puedo amanecer entre tus sueños;
ni recorrerte las dudas de punta a punta,
de sueño en sueño,
de gemido en ombligo,
como la histórica historia de la noria histérica
y estéticamente estrellada que son tus suspiros
a pie de orgasmo.

Punto y aparte,
abrepiernas suspensivo cierraparéntesis,
sigo siendo el aprendiz barato de inepto,
intacto sobreviviente al estallido de libertad,
de nostalgia en las pupilas con maratón en tus inviernos;
he bailado resacas en las que no estabas,
he probado primaveras sin pétalos,
incluso he mentido a mi sombra en eso de no mirar al cielo;
toda la vida preguntándome el por qué de las respuestas
que no supe decirte.

Y sigo venciéndome,
acostumbrado a este espacio barra tiempo
sin un nosotros que nos acaricie las heridas,
que nos lama la calma del miedo,
que se ría de la espera vacía del infinito,
saboreando cada calada del reloj
sin tiempo para acostumbrarse a lo eterno.

Sigo existiendo sin ser.
Sigo sin seguir sintiendo la existencia
de no ser capaz de volver a existir.
Sigo sin seguir insistiendo.
Sigo exigiendo existir.
Sigo insistiendo en ser sentido.
Sigo.
Y sigo.
Y sigo.
Y sigo.
Pero tú no vuelves.