sábado, 6 de junio de 2015

pon me.

Vi plurales en los ojos de lluvia que ponías
mirando de espaldas a ningún lugar,
en la barandilla de unos sueños sin cumplir.
Media vida singularizando vagones
de un tren partido en dos
y sin billetes de vuelta.
Con salida nula
y dieciséis sonrisas de ventaja,
piensas en la existencia de un abismo
capaz de acabar con la carrera,
capaz de romper el plano que hicieron por nosotros
que no se ajustaba a tus medidas:
este mundo no merece tus caderas.

La sed de un desierto sin horario
se cuela por la parte de atrás de las posibilidades.

No sé bailar.
Nunca supe.
Y nadie sabrá imitar
ese vuelo de equilibrios entrecortados
-entreacordados-
frente al sueño de una realidad apenas existente,
casi imaginada: una puta barbaridad.
Hablo del ojalá tatuado en tu espalda,
el deslizo primaveral de tu clavícula
que transforma esta sombra opaca en la que malvivo
en toda una fantasía a mi antojo:
prefiero tu magia a la clarividencia del truco.
El despiste de un sueño sin pellizco,
un laberinto sin prisas,
tus mediasonrisas despertando amaneceres;
serás palacio de gemidos sin tacones
vestida de recuerdos con invierno por delante.

En mitad del choque de un sueño
alguien vomitó borracheras
y llenó de desbordes los precipicios.
Aparecerás tejiendo miradas
y descorchando casualidades a mis parpadeos,
como verte descalza de adioses en cada movimiento
y no ser capaz de brindarte una sonrisa.

Llegaste como un accidente provocado
en forma de papel grisáceo
por cada esquina de una tarde a medio abrir: 
así ciega Dios a quien quiere ver perder.

No sé cómo acabar con ésto
así que ven,
puedes caminar desnuda entre mis versos,
todo es ponerse,
o ponernos,
ya me entiendes.