miércoles, 29 de abril de 2015

desafinando julio

Los hastaluego de la supervivencia 
en nuestros cuerpos
no tienen sentidos
si los pierdes todos
por otros versos,
donde el tiempo no tiene lugar
cuando los dóndes se quedan sin tiempo
de forjar los pasos por el pasado,
sin pararse a pasar la página
del libro con el que tropieza,
en vez de escribir su propio cuento;
como andar sobrecogido en tus cataratas
sin mojarme,
ni armarme de méritos
de por medio. 
Me emborraché de sueños
y les dí de beber,
con esa sed de bebé recién nacido,
con esa segunda vez
de paracaidista sin miedo a las alturas,
llenando de huidas las excusas,
y de sinsabores los vasos;
de gotas de agua las pesadillas,
y de ganas,
cada paso.

Puedo perderme 
en cada interrogación que ex-clavas 
cuando la única carta que te queda,
son dos sueños que contarme
los domingos por la tarde;
como los treinta de julio 
desafinando nuestra lluvia
sin una llama que nos prenda,
y podamos entender la música
en clave de soles;
y bebernos la tristeza,
irnos por las ramas, 
y abrir la jaula 
que encierra al vértigo que tienes 
de poder volver a volar juntos,
a un mismo ritmo
y entre sudores,
ya me entiendes.


Te besaba despacio para engañar al reloj,
yo, que llené de silencios
los minutos que pasaste a escondidas,
cuando fueron tus sueños
los que salieron de mi cama. 








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