Voy
a disipar los escombros
que
forjé en cada paso,
para
no temer al cielo
cada
vez que lluevan versos.
Ojalá
pudieras escucharme.
Yo
hablaré de buceos
con
olor a fracaso,
de
mañanas que no se han despertado,
de
ayeres que nunca han sido.
Ando
al borde de caer por el bordillo
y
decirte que tropieces. Con mis caídas.
Que
tengo las heridas aún abiertas,
y
tú el ticket al más puro amanecer
por
mi ventana.
Que
la asfixia de mis pieles
a
no encontrarte,
está
llegando a las raíces
de
tu ausencia.
Y te recuerdo
como el mar en calma
en
que conocí a la suerte desnuda;
como un camino de sudores
envasados a tus sendas,
o un suspiro en mitad del maremoto,
a
modo de revolución entre las piernas.
Voy
a absorber la esperanza,
a
encerrar los refugios de esperarte,
a
refugiar los encierros de mis errores
a
errar la fugacidad de mis miedos,
a carecer de miedo a tus temores.
Tú sigue volando como lo haces,
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