Escuché por un momento
los estanques del pasado
que me llamaban para volver.
Sólo aquéllos que volaron para ver el mar,
saben que el suelo está mucho más alto de lo que pisamos;
sólo los que cayeron por encima de su cielo,
entienden
que el fuego puede helar las dudas
hasta hacerlas opacas.
Pido perdón al destino,
por jugar con sus culpas y mis destrozos,
por crear el futuro del olvido
y alimentarlo con mis miedos.
Joder.
Sólo quiero correr el riesgo
de regar el ruido de tus corridas
en el quiebro de raptar las grietas en rama
con tus dudas en la lengua.
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