Hubo veces que llené de olvidos los rincones
que proclamaban libertad en mis pupilas,
y les dí recuerdos
para que se empaparan de magia.
Viví de cuentos sin final,
y calculé cuántos sueños me llevabas de ventaja
en aquello de volar más hacia arriba.
Soñé con rejas entrelazadas
por la decisión de cada mirada,
y conocí los pasos de cada error
en aquellos que no avanzan.
Hubo veces que miré las huellas de cada pared
que sabían a miedo sus escamas.
Imaginé a qué olía cada palabra
que tocabas con la punta de tus dudas,
y fijé los orgasmos en los espejos de mi almohada.
Decidí sacarme cada cristal roto
con tres minutos de tu ausencia,
y aquí estoy,
echándote de menos.
Compré un refugio de recuerdos
que ataron mis heridas como cuerdas
para que nunca se cerraran.
Enseñé a mis vuelos a planear
sin el olor de tus mañanas,
y escondí en los huecos que dejaste,
las plumas sucias de mis resacas.
Vi un deseo fugaz
y pedí una estrella,
así,
no sólo fue tu ausencia
la que brilló.
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